Empezar la guardería sin angustias.
Posteado 06/03/2015
Nuestro hijo va a comenzar la guardería y tenemos muchas dudas. ¿De qué forma podemos transmitirle seguridad y confianza si lo dejamos allí a pesar de sus llantos? ¿Qué hacemos con la culpabilidad y la tristeza que nos asaltan cada vez que lo dejamos? ¿Es recomendable que un niño llegue a la escuela sin haber pasado por la guardería? Muchas son las preguntas que nos hacemos cuando llega el momento de escolarizar a nuestro hijo. Poner en práctica una serie de normas hará que nuestro hijo se sienta seguro a pesar del llanto y que nosotros superemos con éxito su incorporación a la “vida social”.
Como sabemos intuitivamente que nosotros somos quienes mejor cuidamos a nuestro hijo, nos resulta difícil ponerle en manos de terceros. Por un lado hemos de delegar su cuidado, pero por otro sabemos que él va a percibir nuestra ausencia, aunque sea un bebé, y nos duele provocar en él cualquier tipo de dolor. Esa es la raíz de la ansiedad y la angustia de la separación.
Si hemos decidido que nuestro hijo va a ir a la guardería podemos hacer varias cosas para ayudarle a él y a la vez a nosotros a superar con éxito las primeras separaciones.
- La primera y más importante de las recomendaciones es que intentemos superar el sentimiento de culpabilidad. Si la guardería es la mejor solución seamos capaces de asimilar que la culpabilidad no nos va a ayudar.
- Es habitual llorar cuando lo dejamos en el aula por primera vez. Procuremos tener un tiempo a solas o alguien con quien hablar en esos momentos. La angustia se disipará antes.
Según la edad que tenga el bebé deberemos actuar de forma sensiblemente diferente.
Si el bebé tiene entre cuatro y ocho meses:
Aparentemente es cuando sus reacciones serán menos evidentes, pero tengamos en cuenta que cuanto menor es el niño más necesita nuestra presencia y contacto. Por eso conviene:
- Limitar al máximo las horas en la guardería.
- Asegurarnos de que las instalaciones, educadores y personal de refuerzo son los que más nos convencen. Debemos sentir total seguridad de que la escuela que hemos elegido es de nuestra más absoluta confianza.
- Vigilemos posibles cambios en el niño: si deja de comer o de dormir, si está más nervioso o irritable que de costumbre e intentemos averiguar si se debe tan solo a la adaptación, por lo que sus cambios deberán durar pocos días, o si por el contrario, sufre de inadaptación y deberás reajustar horarios o revisar dentro de lo posible el trato y la atención que recibe en la guardería.
- Durante el tiempo que pasen juntos háblale y acaríciale a menudo y cuéntale cómo nos va con la separación. Los bebés son extremadamente sensibles a los estados de ánimo de sus padres y, aunque aún no puedan racionalizar lo que sienten, sí que pueden percibir la seguridad y la confianza que les transmitimos.
- Llevemos a la guardería su muñeco preferido y un pañuelo nuestro para que se lo pongan en la cuna y con nuestro olor se sienta más acompañado.
A partir del año:
Esta es una etapa complicada para empezar la guardería. El niño está atravesando la fase de miedo a los extraños y sus reacciones frente a la separación suelen ser muy intensas. Por eso conviene:
- Es recomendable leer o explicarle cuentos sobre niños que empiezan la escuela, papás que se van a trabajar y vuelven después a recoger a sus hijos, y sobre actividades en la guardería. Cuantas más posibilidades le brindes de pensar y hablar sobre el cambio que va a ocurrir mejor podrá encajar los momentos de soledad y de inseguridad que va a vivir.
- Intentar que los primeros días el horario sea muy flexible. Puedes empezar estando con él un buen rato y e irse juntos. Al día siguiente déjalo por espacio de una o dos horas y transcurridos dos o tres días más con este horario reducido, empieza con el horario que deba hacer.
- Despediros siempre de él, aunque llore. Debe saber que te irás porque tarde o temprano lo averiguará y puede asustarse y sentirse abandonado, sentimientos estos que no le ayudarán en absoluto en su adaptación.
- Decirle la hora a la que volverás: Debes cumplir lo prometido ya que su confianza en nosotros es determinante para que él aprenda a vivir con la inseguridad que genera la separación.
- No alargar el momento de la despedida. Dadle un beso y un abrazo, dile cuando volverás y deséale un buen día, y aunque llore y se enoje al salir de clase. Se le pasará.
- Intentar que las mañanas sean agradables. Vestirlo sin prisas, tomar el desayuno juntos y pasear hasta la escuela los ayudará a todos a no añadir a la situación conflictos innecesarios.
- Pasar mucho tiempo con él cuando lo recojas. Hablar de la escuela sólo si él quiere porque hay niños que rechazan el tema y se niegan a contarnos nada. Respétalo y comprende que también a él se le puede hacer difícil hablar de las situaciones que le duelen.
Fuente: solohijos.com